En la vida de los cristianos siempre tenemos un claro ejemplo a seguir. Las enseñanzas que Jesús dejó a su paso por la Tierra nos sirven para encauzar nuestros caminos.
En ese camino Dios ha puesto a un grupo de hermanos
ilusionados, entregados, generosos, comprometidos, respetuosos,
solidarios… para compartir una
experiencia de fe.
El trono de la Virgen de la Caridad necesita del
esfuerzo de muchas personas para realizar su estación penitencial con la distinción que todos queremos.
Estoy convencida que
gracias a este grupo, no sólo
conseguiremos que el trono vaya a mejor ritmo, sino que también podremos demostrar que el trabajo entre hermandades es
el fruto del Amor. La Virgen
de la Caridad
y la Virgen
del Dulce Nombre nos han unido para ser ejemplo de entrega y sacrificio.
Gracias a los que cedéis vuestro entusiasmo a este
maravilloso proyecto.
¡Paz y Bien,
hermanos! Que nuestro Padre del Cielo sepa recompensaros con el Amor que os merecéis.
Un fuerte abrazo,
M. Carmen
Ledesma Albarrán
Hermana
Mayor del Amor y la Caridad
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