"La Familia: una página del Evangelio para nuestro tiempo"

martes, 27 de marzo de 2012

Bendita y dulce CARIDAD


Desde este Blog  queremos transmitirle  de manera entrañable la enhorabuena a nuestra Hermana Mayor, por el excelente e inmejorable Pregón de Nuestra Semana Santa de Málaga de 2012.  ¡Felicidades Cari!

Portada del Pregón de la Semana Santa de Málaga 2012

El Acto del Pregón se abrió con la intervención de la Joven Orquesta de la Diputación y la pianista Laura Navas.

Orquesta de la Diputación inaugurando el Acto del  Pregón

He aquí lo que ocurrió...lo que vimos, escuchamos y sentimos:

"María del Carmen Ledesma aprovechó la oportunidad que le brindó la Agrupación de Cofradías al nombrarla pregonera de la Semana Santa de Málaga para este año. Tenía ante sí el reto de aportar ideas nuevas tras un año complicado por los enfrentamientos públicos en algunas cofradías, pero también fecundo con la celebración de las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ). Ledesma afrontó el reto con un pregón muy pegado al terreno, consciente de la realidad actual de las hermandades, de sus problemas y virtudes, señalando ambas con claridad y planteando el camino de la fe como el único posible para asegurar el futuro de las cofradías.


Cari estuvo en todo momento arropada por Antonio Banderas, Pregonero del 2011

El Teatro Cervantes se volvió a llenar, un año más, para cumplir con el rito que anuncia la inminencia de la Semana Santa. La hermana mayor del Amor y la Caridad, María del Carmen Ledesma, fue este año el altavoz de las cofradías, la encargada de glosar a las hermandades malagueñas, pero también de ponerlas frente a un espejo para reflejar su situación.


El Pregonero del 2011 presentando a Cari

El comienzo del pregón fue toda una declaración de intenciones del hilo conductor. Por un lado, las constantes referencias a la actualidad de la sociedad, mientras que por otro ofrecía a Dios y la fe como respuesta a los problemas actuales. Así comenzó: «A los cristianos nos apena y nos avergüenza ver imágenes de la Virgen utilizadas para divertir en un espectáculo televisivo, fotografías de nuestro Papa con las que se busca la burla y la risa, imágenes del arca de Noé u otras referencias a las Escrituras o a la Historia Sagrada usadas como reclamo publicitario o remedos de escenas de la Pasión de Cristo y tantos y tantos ejemplos».

 
La Juventud, uno de los pilares del Pregón
 
Secularización. Las referencias a casos actuales fueron claras en sus primeras líneas. De fondo, la crítica a la secularización de la sociedad. Es la pregunta, la cuestión que lanzó a los cofrades, su actuación ante esto: «El mundo cofrade no es ajeno a la realidad que vivimos. A veces, no sólo se nos cuestiona en nuestras actuaciones, sino que casi parece que debemos pedir disculpas por ser cristianos», recordando además que «incluso dentro de la propia Iglesia» el cofrade es «molesto».


Orgullosos de nuestra Pregonera

Para la pregonera, la respuesta a esta actitud de crítica exterior debe ser doble, por un lado «cumplir con sus reglas o estatutos» ya que la pertenencia a una cofradía es voluntaria y adelantando otra de las ideas de su pregón, la necesidad de evitar conflictos internos. La segunda conclusión que saca es que el cofrade tiene «la obligación de hablar de Dios» y recordó que la fe no es un factor opcional en la identidad cofrade: «A quienes piensan que el único objetivo de las cofradías es engalanar unos tronos para dar un espectáculo público (...), les invito a investigar el origen de nuestras hermandades».

Pero María del Carmen Ledesma quiso integrar el cuidado estético con la fe, recordando que son imágenes donde estos dos conceptos se «armonizan» y la responsabilidad de los cofrades en la custodia del patrimonio religioso.


La Catequesis hecha Pregón

Polémicas internas. «Las cofradías malagueñas (...) necesariamente tienen que estar por encima de polémicas, de situaciones puntuales de crisis o euforia y de intereses particulares que no conducen a nada», afirmó la pregonera, que fue muy dura con aquellos que se acercan a las hermandades por intereses personales y reiteró que a las cofradías se va «a servir y no a servirse de ellas», al tiempo que añadió que «no somos títeres de la maquinaria política» y que «la pertenencia a la Iglesia es del todo incuestionable».

Precisamente sobre las relaciones con la Iglesia animó a ésta a superar las «dificultades de entendimiento» que se producen en ocasiones y que lleva a los cofrades a sentirse «feligreses de segundo orden».


Jóvenes de la Cofradía del Amor participaron en el Pregón

JMJ y juventud. No todo fue crítica. María del Carmen Ledesma destacó los beneficios obtenidos con la celebración de las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ), en las que estuvo implicadas en la organización. En este aspecto, recordó que los cofrades trabajaron «en un proyecto común de servicio a la Iglesia» y tuvo la virtud de unir a los cristianos alrededor de la Cruz del Papa Juan Pablo II. «Nos devolvió la esperanza de reconquistar sensaciones muchas veces olvidadas. Regresamos convertidos en peregrinos-misioneros con nuestro propio compromiso personal».


Las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) estuvieron presentes en el Pregón

Destacó el anhelo de los jóvenes por tener «pilares sólidos sobre los que fundamentar su vida» y su demostración, con el JMJ, «de lo que puede significar el concepto hermandad».
Con esta llamada a los jóvenes, a su participación, ya que son «la garantía de la continuidad de las cofradías y hermandades de Málaga». Sin embargo, les recordó que el éxito se sustenta «en cimientos profundos: la responsabilidad, el esfuerzo personal, el espíritu de servicio y la humildad ante la prepotencia».


La Cruz estuvo presente en el Pregón


Otros mensajes. El repaso por las distintas hermandades también le sirvió a Ledesma para trufar su pregón de distintos mensajes, hilando con las distintas advocaciones. Así, aprovechó la Pollinica para explicar el significado de ser nazareno «la señal de pertenencia que da el color de la túnica, el símbolo de respeto que conlleva cubrirse la cabeza, los momentos de oración y encuentro personal que permite el anonimato». Con el Prendimiento recordó la respuesta de la JMJ que demostró «que la diversión no está reñida con rezar con alegría» ni asociada al alcohol o las drogas.


¡Olé nuestra Pregonera!


La necesidad de encontrar «un puente de diálogo en nuestras propias cofradías» (Paloma); el economato social de las cofradías para «llevar con dignidad un plato de comida a la mesa» (Viñeros); la igualdad de la mujer planteada ya por Jesús –«fueron ellas las que permanecieron firmes al pie de la Cruz. Haciéndose visibles» (Salutación)–; la crítica al terrorismo al instar: «Debemos condenar y repudiar públicamente y en voz bien alta, cualquier tipo de terror» (Expiración); y la defensa de las bandas de música (al hablar de Zamarrilla) fueron algunos de los puntos que tocó la pregonera a lo largo de su intervención.

Caridad....¡Qué palabra más hermosa!


Estructura. Ledesma planteó un pregón clásico en su estructura básica, con una parte declarativa al comienzo y un repaso de las hermandades en el cuerpo principal. Ahí, sin embargo, aportó un toque de originalidad al plantear el repaso por las cofradías por orden cronológico en la Pasión, casi como un vía crucis, en vez de recurrir al habitual recorrido semanasantero.


Un Pregón para la Historia


Destacaron las referencias a la Caridad, advocación de su cofradía a la que está muy unida y que el elemento que hilvanaba su recorrido era una recreación de la Pasión en escenarios malagueños.


La sonrisa de nuestra Pregonera


 
El Pregón de la Semana Santa de Málaga 2012



Destacar  que el pregón contó con la actuación de la Coral "UBI CARITAS" acompañada de la Capilla musical "Virgen de la Caridad" y Octeto de cuerda de la JOPMA.
Abajo el video de este momento:



Fuente La Opinión de Málaga
Galería Fotográfica del Pregón La Opinión de Málaga y Diario Sur
Texto completo del Pregón Cofradía del Amor y Caridad
Video del Pregón Onda Azul Málaga

jueves, 22 de marzo de 2012

Sentido del Triduo Pascual



La segunda parte de la Semana Santa está constituida por el Triduo Pascual, que conmemora, paso a paso, los últimos acontecimientos de la vida de Jesús, desarrollados en tres días. El triduo surge como celebración de la fiesta grande de la Pascua, a partir de su vigilia, e incluye la totalidad del misterio pascual. Recordemos que la celebración anual de la Pascua es del siglo II.

Representación de la Pascua del Siglo III

El triduo estaba formado originariamente por el Viernes y el Sábado santos como días de ayuno, lectura de la pasión y vigilia, junto al Domingo de Resurrección. Posteriormente, entre los siglos III y VIII se añadió el Jueves, que en realidad era el último día de cuaresma y tiempo para preparar el triduo. Estos tres días santos son culminación celebrativa de todo el año litúrgico, retiro espiritual de los creyentes en comunidad y momento principal de decisiones cristianas. Entendido el triduo como un tiempo vital comunitario, debe ser preparado con antelación. Mejor dicho, la Cuaresma es en realidad un retiro de cuarenta días de preparación a la celebración de la Pascua. Recordemos que las celebraciones pascuales no sólo son venerables por su antigüedad (siglo II), sino también porque se centran en el núcleo básico del cristianismo. Son casi seguidas, tienen amplitud, están relacionadas entre sí y manifiestan el sentido de la vida cristiana en comunidad.


Entrada en Jerusalen. Giotto Bordone. Cappella Scrovegni.
 
En la Pascua celebramos el memorial de la liberación salvadora (tránsito de Jesucristo de la muerte a la vida), mediante el cual recordamos el pasado, confesamos la presencia de Dios en el presente y anticipamos el futuro. En estricto rigor, la Pascua de Cristo es el paso «de este mundo al Padre» (Jn 13,1). Toda la vida de Cristo es una Pascua: «Salí del Padre y he venido al mundo. Ahora dejo otra vez el mundo y voy al Padre» (Jn 16,28). Jesús se encarna en el mundo sin perder su condición divina. El retorno al Padre, a través de la resurrección, constituye un abandono de la existencia en la carne para entrar en una nueva existencia en el Espíritu. Esto es, en definitiva, la liberación radical, que es pascual. Por consiguiente, la Pascua implica un proceso de transformación social y de cambio personal. Es proceso de liberación de toda servidumbre y opresión.

Lavatorio de Pies de Jesús

La Pascua, o Triduo Pascual, es algo más que un mero recuerdo psicológico de los últimos días de Jesús o un aniversario de su muerte; es la celebración cristiana -sacramental y comunitaria- de la esencia del cristianismo (persona, acciones y palabras de Cristo en su tránsito); la asamblea más importante de las reuniones cristianas; la conexión de nuestro tiempo con el suceso pascual liberador; el redescubrimiento (siempre dominical y especialmente anual) de la identidad cristiana, del ser y misión de la Iglesia en el mundo.

Prendimiento de Jesús

En definitiva, este «memorial» pascual es memoria subversiva, ya que Cristo subvierte los falsos valores que circulan en la sociedad -sobre todo, la que idolatra el poder, las armas y el dinero-, creando una alianza, un corazón y un pueblo nuevos. Es compromiso actual desde la raíz de la justicia del reino, causa por la que murió Cristo para la salvación de todos; esta justicia es radicalmente distinta de la que, desgraciadamente, tiene vigencia en el mundo. Es esperanza de vida plena, de amor total y de verdad completa, basados en el triunfo de Cristo sobre los «infiernos» de la naturaleza humana, sobre el pecado como muerte y sobre los ídolos de este mundo.

El Jueves Santo
El Triduo Pascual comienza con la misa vespertina de la Cena del Señor del Jueves Santo, día de reconciliación, memoria de la eucaristía y pórtico de la pasión. Se celebra lo que Jesús vivió en la cena de despedida: «Cada vez que coméis de este pan y bebéis de esta copa, proclamáis la muerte del Señor, hasta que él vuelva» (1 Cor 11,26). En uno de los tres días anteriores al jueves puede celebrarse comunitariamente la penitencia. Después de una introducción al sentido de la reconciliación previa al triduo, se canta algo apropiado y se hace oración. Dos o tres lecturas bíblicas ayudan a tomar conciencia mediante un examen concreto comunitario, hecho eventualmente entre varias personas, según el tema elegido para la revisión. Se puede introducir un gesto penitencial, como es el encendido o apagado de algunas velas, la quema de papeles en un brasero, romper una vasija de barro, etc. Si la comunidad es grande -y en tanto sea posible-, se divide en grupos para tomar conciencia de los pecados. Luego se pide perdón por medio de unas peticiones preparadas; si es posible, se hace también de manera espontánea y se invita a la reconciliación con un silencio prolongado. Después, individual o comunitariamente, se da la absolución. El abrazo de paz y un canto sellan el final.

La Última Cena de Leonardo Da Vinci

Hasta el siglo VII, el Jueves Santo fue día de reconciliación de pecadores públicos, sin vestigios de eucaristía vespertina. A partir del siglo VII se introducen en este día dos eucaristías: la matutina, para consagrar los óleos (necesarios en la vigilia), y la vespertina, conmemoración de la cena del Señor. Todo el misterio del Jueves Santo y del Triduo Pascual se contiene en estas palabras de Juan (13,1): «Era antes de pascua (judía). Sabía Jesús que había llegado para él la hora de pasar de este mundo al Padre (Pascua de Cristo); había amado a los suyos (entrega, Jueves Santo) que vivían en medio del mundo y los amó hasta el extremo (muerte, Viernes Santo). Estaban cenando (eucaristía, pascua cristiana)»... En la eucaristía del Jueves Santo, la Iglesia revive la última cena de despedida de Jesús y celebra la caridad fraterna por medio de dos gestos: uno, testimonial (el lavatorio); el otro, sacramental (la eucaristía). Con la misa vespertina del jueves comienza actualmente el triduo. Por eso se afirma que el Jueves Santo es «conmemoración de la cena del Señor». Todas las lecturas de este día evocan la entrega de Jesús, que cumple con el viejo rito de la antigua pascua (la lectura), ofrece su cuerpo en lugar del cordero (2ª lectura) y proclama el mandamiento del servicio (evangelio). Pero, al mismo tiempo, Jesús es entregado por Judas y abandonado por los demás discípulos.

¡Panem de coelo paestisti eis!

Actualmente, al haber declarado Caritas el Jueves Santo como «día del amor fraterno», tanto la institución de la eucaristía como la del sacerdocio han pasado, por así decirlo, a un segundo plano. Sólo quienes participan en los oficios litúrgicos se dan cuenta del misterio que entraña este día.

La celebración vespertina exige una preparación de la capilla o iglesia. Conviene dar un realce especial a la mesa, que, a ser posible, debería ser grande y estar bellamente adornada. El monumento puede hacerse en una mesa sencilla, con vajilla adecuada, de tipo rústico. Se sitúan en el centro del presbiterio los utensilios necesarios para el lavatorio: jarra con agua, jofaina y toalla. Cabe empezar esta celebración fuera, en un patio -si es posible-, con una preparación especial para disponernos a comenzar. Entramos cantando. Transcurre la celebración según el ritual oficial. Después de la primera lectura (Ex 12) se prepara con cierta solemnidad la mesa. Un símbolo importante del Jueves Santo es el lavatorio de los pies, en el que sería bueno que participara el mayor número posible de fieles, y que se hiciera en silencio. Un canto de caridad puede preceder o seguir a este gesto. Después podemos darnos la paz. Se hace una catequesis adaptada a los niños presentes, sobre el sentido del lavatorio en el que participan. En general, puede oírse en estos momentos música clásica, polifonía o canto gregoriano. Ciertamente, el lavatorio de los pies es un gesto extraño a nuestra cultura, pero ha sido transmitido por los oficios de este día y significa un servicio que exige y requiere humildad. El «monumento» podría situarse en un sitio apropiado del templo, donde se celebrará la «hora santa» Termina el jueves con una oración prolongada personal en silencio.


Jueves Santo, comienzo del Triduo Pascual

La hora santa puede hacerse, bien el Jueves Santo por la noche, bien el Viernes por la mañana. Se preparan textos bíblicos, cantos o música para ser oída, fragmentos religiosos literarios, noticias sucintas del mundo, oraciones de petición o de acción de gracias y breves revisiones personales de vida. Recuérdese que el lenguaje religioso o litúrgico es en forma directa, dirigido a Dios. Como texto bíblico, puede utilizarse el discurso de despedida de Juan (caps. 13-17), las «siete palabras» o el itinerario del «via crucis». La experiencia nos dice que esta oración personal es una de las más importantes del año. Podemos contar también con la oración oficial de las Horas.


El Viernes Santo
El Viernes se centra en el misterio de la cruz, instrumento de suplicio y de muerte (madero), pero sinónimo de redención (árbol). En el hecho de la cruz se refleja el sufrimiento de Cristo, como el amor que se anonada, y el juicio de Dios, junto al pecado de la humanidad, presente en el anonadamiento de Jesús por Dios. Este día, denominado antiguamente al modo judío parasceve (preparación), es hoy «celebración de la Pasión del Señor». Conmemoramos la victoria sobre el pecado y la muerte. Jesús murió el 14 de Nisán judío, que aquel año fue viernes. La Iglesia decidió conmemorar la muerte de Cristo en viernes, y su resurrección en domingo. La actual celebración del Viernes Santo responde a la antigua liturgia cristiana de la palabra, tal como la describe Justino hacia el año 150: proclamación de la palabra de Dios, seguida de aclamaciones, oración de la asamblea por las intenciones de la comunidad y bendición de despedida. La liturgia de la palabra, sin eucaristía, era común en Roma los miércoles y viernes, a la hora de nona, hasta el siglo Vl. En el Viernes Santo se celebraba, desde el siglo IV, un oficio de la palabra propio del día, con los elementos actuales: lecturas, oraciones solemnes, adoración de la cruz y comunión.

                             Cristo con la Cruz. El Greco

La actual celebración del Viernes Santo es austera: gira en torno a la inmolación del Señor. Se introduce la celebración mediante una catequesis apropiada sobre el relato de la Pasión. Comienza por un rito inicial antiguo, la postración del celebrante y de sus ayudantes en silencio. La primera lectura, denominada «Pasión según Isaías», es el cuarto canto del siervo de Yahvé, aplicado proféticamente a Jesús. En la segunda lectura, el siervo es el sumo sacerdote que se entrega por los demás. El evangelio es el relato de la Pasión de San Juan, donde la cruz es la suprema revelación del amor de Dios. Puede leerse la Pasión entre varios, dividida en cinco escenas: huerto de los olivos, interrogatorio religioso, interrogatorio político, crucifixión y sepultura. Se intercalan entre escena y escena momentos de oración, canto o música y reflexión. Un texto largo, como el de la Pasión, se sigue mejor con el mismo en la mano y, por supuesto, en posición sedente. A la hora de la crucifixión se pueden clavar dos tablas grandes que formen luego una cruz. Al final de la lectura evangélica, las personas que se han identificado con los personajes principales de la Pasión expresan en voz alta y de forma directa una reflexión actualizada. Se comienza diciendo, por ejemplo, «yo soy Pedro», «soy la Magdalena», etc. Sigue la oración universal, formulario romano del siglo v. Las oraciones solemnes y los improperios caben ser revisados cada año. Después es adorada la cruz (una sola, no varias) por el pueblo, precedida de su ostentación ante la asamblea: «Mirad el árbol de la cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo». A la adoración de la cruz le precede una monición adecuada y la lectura de la «Pasión según Isaías». El gesto de adoración se hace espontáneamente, como cada persona lo desee, mediante un beso, abrazo, inclinación, de rodillas, tocando el madero, etc. Los matrimonios pueden ir juntos a adorar la cruz, a ser posible con sus hijos. Los improperios evocan el misterio de la glorificación de Jesús, que muere herido de amor y de ternura hacia su pueblo. La celebración concluye con la comunión precedida y seguida de una oración comunitaria y personal.

Cristo Crucificado. Velázquez, 1.632

Para nuestro pueblo, el Viernes Santo es un día de dolor, manifestado por dos figuras: el Nazareno y la Dolorosa. Los oficios de este día son desplazados casi totalmente por las procesiones del catolicismo popular. Han decaído las devociones de las «siete palabras» y del «via crucis», actos típicos de la noche del jueves ante el monumento.

Cristo de San Juan de la Cruz

La Vigilia-Pascual
La Vigilia Pascual es la celebración más importante del año, la culminación de la Semana Santa y el eje de toda la vida cristiana, hasta el punto de haber sido denominada «madre de todas las vigilias». Sin embargo, todavía está lejos de significar algo importante para nuestro pueblo, que se hace presente, sobre todo, en las procesiones del viernes. Para muchos de nuestros fieles sigue siendo el Viernes Santo el día decisivo. Con todo, la resurrección de Jesús es dato básico de la confesión de fe, comunicación de nueva vida e inauguración de nuevas relaciones con Dios. Según la actual liturgia, el sábado es día de meditación y de reposo, de paz y de descanso, sin misa ni comunión, con el altar desnudo. La Vigilia Pascual más antigua que se conoce es del siglo III. Hacia el año 215, según la Tradición de Hipólito, el bautismo era celebrado, con la eucaristía, en la Vigilia Pascual. Esto se generalizó en el siglo IV. A finales de este siglo algunas Iglesias introdujeron el lucernario pascual, que finalmente se extendió a todas partes. A partir del siglo Xll se comenzó a bendecir el fuego.

Traslado de Jesús al Sepulcro. Antonio Ciseri.

Con la noche del sábado se inicia el tercer día del triduo. Según el misal, es noche de vela. Está constituida por una larga celebración de la palabra que acaba con la eucaristía. Se inicia el acto con una hoguera. En un primer momento, puede prenderse un «fuego de campamento», con cantos jubilosos, danza de niños y mayores alrededor del fuego, y quema de cosas que rechazamos: juguetes bélicos, prensa mentirosa, jeringuillas de droga, etc. e empieza la celebración con una monición para dar sentido a todo el acto, que tiene cuatro partes:

a) La liturgia de la luz
Se desarrolla de noche, fuera del templo, en torno al cirio, símbolo de Cristo, al que siguen los bautizados con sus luminarias encendidas. El lucernario, o rito del fuego y de la luz, tiene su origen en la práctica judía y cristiana primitivas de encender una lámpara a la llegada de la noche, junto con una bendición. Los fieles, con los cirios apagados en la mano, son los «exiliados». Con el fuego se enciende el cirio pascual, y con éste se encienden las velas que portan los fieles; de este modo, se entra en procesión en la iglesia, ya preparada y adornada profusamente. El cirio encendido evoca la resurrección de Cristo. Dentro del templo se proclama el pregón pascual, canto de esperanza y de triunfo; su texto debiera ser propio cada año. Dentro del Exultet caben aclamaciones festivas de la asamblea.


El Papa Benedicto XVI durante la misa de la Vigilia Pascual el Sábado Santo.

b) La liturgia de la palabra
En esta segunda parte se describe la historia de la salvación. Son fundamentales las lecturas del Génesis (creación), Éxodo (liberación de Egipto), Profetas (habrá una nueva liberación) y Evangelio (proclama de la resurrección). Esta parte consta de una introducción catequética y de varias lecturas que narran la historia de la salvación, hasta llegar al evangelio. Se intercalan las lecturas con cantos, oraciones o noticias breves. Proclamada la resurrección, aplaudimos, cantamos festivamente e incluso puede hacerse una danza, repartirse flores y hasta encender bengalas. Todo gravita en torno a la Pascua del Señor.
c) La liturgia del agua
La tercera parte celebra el nuevo nacimiento. Se desarrolla especialmente cuando hay bautismos, sobre todo de adultos. En el caso del bautismo de niños, los padres hacen la petición, el presidente de la comunidad responde, se convoca a los santos en las letanías, se bendice el agua, se exhorta a la profesión de fe y a los compromisos cristianos y se procede al bautismo. Las promesas bautismales se renuevan estando todos de pie, con los cirios encendidos, mediante un diálogo que concluye con la aspersión. Un gran aplauso rubrica el acto sacramental.
d) La liturgia eucarística
La eucaristía es la cumbre de la vigilia. Los recién bautizados participan activamente en la oración universal, procesión de ofrendas y comunión. Tras una monición adecuada, se procede a preparar solemnemente la mesa con flores, cirios y toda clase de ofrendas, en un «ofertorio» en el que pueden intervenir también los niños (cabe incluso una danza a la hora de llevar los dones). La anáfora también debiera ser nueva cada año. Al final de la fiesta, después de la comunión, se acaba con un encuentro festivo, en el que no debe faltar un sencillo ágape en el que participen todos los asistentes. La eucaristía pascual anuncia solemnemente la muerte del Señor y proclama su resurrección en la espera de su venida.

Descendimiento en el sepulcro. Roger van der Weyden


La Eucaristía Pascual
En la eucaristía del Domingo de Resurrección se comenta la experiencia del triduo, y varios participantes del mismo dan testimonio al reconocer que su vida cristiana se ha visto robustecida por estas celebraciones regeneradoras, al modo de unos «ejercicios espirituales» litúrgicos. El acontecimiento pascual, sacramentalmente celebrado en la eucaristía, no se reduce sólo a Cristo y a la Iglesia, sino que tiene relación con el mundo y con la historia. La Eucaristía Pascual es promesa de la Pascua del universo, una vez cumplida la totalidad de la justicia que exige el reino. Todo está llamado a compartir la Pascua del Señor, que, celebrada en comunidad, anticipa la reconciliación con Dios y la fraternidad universal. El día pascual de la resurrección, Jesús comió con los discípulos de Emaús y con los Once en el cenáculo. Son comidas transitorias entre la resurrección y la venida del Espíritu. Estas comidas expresan el perdón a los discípulos y la fe en la resurrección. Enlazan las comidas prepascuales de Jesús con la eucaristía. Denominada «fracción del pan» por Lucas y «cena del Señor» por Pablo, se celebraba al atardecer, a la hora de la comida principal. Había desde el principio un servicio eucarístico (mesa del Señor) y un servicio caritativo (mesa de los pobres). Se festejaba el «primer día de la semana», con un ritmo celosamente guardado. Surge así la celebración del día del Señor (pascua semanal), y poco después la celebración anual de la Pascua.

                                                                        La Resurrección. Piero della Francesca


CASIANO FLORISTAN
DE DOMINGO A DOMINGO
EL EVANGELIO EN LOS TRES CICLOS LITURGICOS
SAL TERRAE.SANTANDER 1993.Pág. 61-73

lunes, 12 de marzo de 2012

Imaginería del Trono de Nuestra Señora de la Caridad, Obra de Arte de nuestra Semana Santa


Viajemos 4 años atrás... y revivamos el momento en el que el Trono de la Señora de la Caridad estrena la segunda fase de la ornamentación escultórica... Busquemos su sentido y significado y descubramos una auténtica joya de nuestra Semana Santa.


Disfrutemos del Artículo abajo expuesto, escrito por Federico Fernández Basurte y Fotografía de Antonio Cuellar y Salvador Rueda y publicado en el Boletín Ubi Caritas nº 44 de Cuaresma 2008 de la Cofradía Amor y Caridad, siendo añadidas algunas instantáneas de este trabajo :

Portada del Boletín nº 44 Ubi Caritas de Cuaresma de 2008

" El joven escultor malagueño, Juan Vega Ortega, quien ya tuvo la oportunidad de mostrar su talento en la imaginería que realizó para la primera fase de la decoración del trono, volvió  a sorprender con el dominio de la técnica, tanto en lo que se refiere al modelado como a la policromía, y especialmente, en esa ocasión, en lo que respecta a la composición y a los detalles que ilustran y complementan los motivos escogidos para las cartelas.


Juan Vega Ortega

Juan Vega Ortega, nacido en Málaga hace 22 años. Ha estudiado en la Escuela de Artes y Oficios de San Telmo, Málaga, dentro de la cual destaca la labor de aprendizaje que realiza con el escultor Suso de Marcos. 

En cuanto a los últimos trabajos realizados destaca una Dolorosa de vestir, Virgen de los Desamparados, para la Prohermandad situada en la Parroquia de Santa María Goreti, Barriada de Los Corazones, Málaga.

Por lo que respecta a los proyectos en ejecución destacar la imaginería para el trono de Ntra. Sra. de la Merced, (Cofradia de la Humildad, Málaga). Actualmente tiene su taller en Calle Cobertizo del Conde nº 2, Málaga.


 
El pasado año tocó el turno a las capillas de las esquinas, donde se situaron santos y santas, testigos de la fe, relacionados respectivamente con la virtud de la caridad (San José, Beata Teresa de Calcuta y San Pablo) y la orden Agustina (San Agustín, Santa Mónica y Santa Rita de Casia), en las esquinas delanteras, mientras en las traseras se dispusieron santos maristas (San Marcelino Champagnat, el Venerable H. Francisco y el H. Guzmán), así como santos que nos hablan de nuestra Iglesia Diocesana y nuestra Iglesia Parroquial (San Francisco de Paula, el Beato Manuel González y el Beato Enrique Vidaurreta). 




En esta ocasión, como anticipábamos, vamos a poder contemplar completamente terminadas las seis cartelas que circundan el cajillo. Como motivo general, por medio de las mismas, hemos pretendido presentar a María, la Virgen de la Caridad, a través de distintas advocaciones relacionadas con las dos órdenes religiosas con las que está vinculada la Cofradía: Orden de San Agustín e Instituto de los Hermanos Maristas. Se trata, por lo tanto, de desplegar una muestra de la devoción mariana marista y agustiniana o, dicho de otro modo, presentar una serie de ejemplos significativos de las principales referencias mariológicas agustinianas y maristas. 




Todo ello insertando las correspondientes imágenes en escenas que, además de aportar más vistosidad y lucimiento a las cartelas, nos permiten abundar en la aproximación a elementos significativos relacionados con la espiritualidad tanto marista como agustiniana. En esta motivación general hay que hacer una salvedad. La cartela frontal está dedicada, como siempre habíamos deseado y era nuestra intención desde el primer momento en que empezó a concebirse este trono, a nuestra Patrona, Santa María de la Victoria, con San Francisco de Paula. Se trata de una nueva afirmación de nuestra identificación con la Basílica que nos acoge como sede canónica, con la Parroquia de cuya comunidad nos sentimos parte, con el templo que alberga a nuestros Titulares y nuestra Hermandad desde su misma fundación. 

Juan Vega realizando las Cartelas del Trono
Por eso, además de la propia imagen de la Virgen, representada en la escena del sueño del Rey Fernando el Católico, con el anciano Francisco de Paula implorando a Nuestra Señora, en el fondo se vislumbra la fachada del Santuario con su espadaña, una imagen para nosotros tan familiar y ligada a nuestra historia y a nuestra vida cotidiana. Además, Nuestra Señora de la Victoria es la denominación del Colegio Marista de Málaga, tan relacionado con nuestra Cofradía, y del que tantos cofrades son alumnos y antiguos alumnos. Como detalle de esta cartela frontal, podemos destacar, por otra parte, que la corona de la Virgen y el cetro que porta son sendas piezas de orfebrería realizadas por Cristóbal Angulo en su taller de Fuengirola. En el lateral derecho se disponen Nuestra Señora de Consolación y Nuestra Señora de Gracia, mientras en la parte trasera se sitúa la Virgen del Buen Consejo. Todos ellos son títulos intrínsecamente ligados a la historia de la Orden de San Agustín.

Cartela de Santa María de la Victoria con San Francisco de Paula.


NUESTRA SEÑORA DE CONSOLACIÓN: Consta que a mediados del siglo XV los agustinos veneraban en el norte de Italia una imagen de María, invocada bajo este nombre. En 1575 la cofradía fundada en Bolonia para dar culto a la Virgen de Consolación se unió a la de los Cinturados de San Agustín. La archicofradía adoptó el título de «Cinturados de San Agustín y de Santa Mónica» bajo la advocación de Ntra. Sra. de la Consolación. A partir de entonces la devoción y el culto se propagaron constantemente, favorecidos por los Papas y por el celo de los agustinos. La iconografía tradicional nos muestra a la Virgen con el Niño en brazos, ofreciendo la correa del hábito agustino a San Agustín y su madre Santa Mónica, ambos arrodillados a sus pies. Así la podemos ver en la capilla que tiene dedicada en la iglesia de San Agustín de Málaga. Como detalle relacionado con esta advocación podemos destacar que en los años treinta del siglo pasado, nuestra Cofradía se hizo cargo durante varios años de organizar los cultos y procesión claustral de Nuestra Señora de Consolación en la iglesia y colegio agustino, a petición de la comunidad agustiniana.


Nuestra Señora de Consolación y Correa

NUESTRA SEÑORA DE GRACIA: La advocación de Nuestra Señora de Gracia evoca el saludo del Arcángel Gabriel a María, cuando el emisario de Dios le presentó sus planes de salvación y de maternidad. Ella era la elegida del Padre para encarnar a su hijo, quien llevaría a cabo la redención de los hombres. Por eso, el saludo del ángel rezó: «Dios te salve María, llena eres de gracia». A partir del siglo XVII la advocación es considerada como propia de la Orden. Si bien el culto general es antiguo, la liturgia específica no fue concedida hasta 1807. En esta fecha, el Papa Pío VII, a instancias del P. José Menocchio y del Vicario General, concedió a la Orden de San Agustín facultad para incluir en su liturgia la festividad en honor de la Virgen Nuestra Señora de Gracia, con Misa y Oficio propios. Se celebra el 25 de marzo, en clara alusión a la escena de la anunciación del ángel a María. La Comunidad de PP. Agustinos de Málaga, que regenta el Colegio Los Olivos de nuestra Ciudad, está puesta bajo a la advocación de Nuestra Señora de Gracia. También es una imagen de la Virgen de Gracia la que preside la capilla del citado centro educativo.

Cartela de Nuestra Señora de Gracia
 


NUESTRA SEÑORA DEL BUEN CONSEJO: Mucho antes de la venida de Cristo, el pequeño pueblo de Genazzano, a treinta millas de Roma, construyó un templo a Venus. En el siglo IV de nuestra era, se mandó erigir una iglesia en una colina sobre el pueblo, no muy lejos de las ruinas del antiguo templo pagano. La iglesia fue dedicada a Nuestra Señora del Buen Consejo. A través de los siglos, Nuestra Señora fue honrada de manera especial en la pequeña ermita de la colina, la cual se puso a cargo de los frailes de la Orden de San Agustín en 1356. Numerosos conventos, iglesias y colegios de la Orden de San Agustín están colocados bajo el amparo y denominación de Nuestra Señora del Buen Consejo. En el lateral izquierdo se disponen dos cartelas con escenas en las que se puede contemplar sendas imágenes marianas muy importantes en la historia y la tradición de los Hermanos Maristas. 


Cartela con Nuestra Señora del Buen Consejo


NUESTRA BUENA MADRE: Esta es la representación mariana que, junto con la advocación a la que se refiere, hoy en día se ha extendido como la más representativa de los Maristas en todo el mundo. La original e histórica -que se conserva actualmente en la sala del Consejo General, en Roma- es una estatua de yeso, policromada, que mide 0.75 cm de altura y representa a la Virgen María como madre, con el niño Jesús dormido en los brazos y el gesto tan infantil de “chuparse el dedo”. Esta imagen estuvo presente también en la “capilla del bosque”, aquel espacio sagrado “provisional” que servía de lugar de oración y celebración para los “hermanos constructores” durante la construcción de la casa madre de el Hermitage. Más tarde, Marcelino colocó la imagen de Nuestra Buena Madre en la capilla de la nueva casa. Allí estaba en un momento decisivo de la Congregación en sus primeros pasos, cuando se desató la crisis conocida como “el asunto de las medias de paño”. Una división entre los hermanos se generó en 1828, cuando el P. Champagnat creyó oportuno imponer el uso de las medias de paño y de un nuevo método en la enseñanza de la lectura. Tras un año de prueba de estas dos innovaciones, la división continuaba y el Padre Fundador quiso zanjar la cuestión. Pues bien, en el altar especial que con tal motivo hizo montar en la capilla del Hermitage para orar por la unidad del Instituto, Marcelino mandó colocar “la imagen de la Santísima Virgen rodeada de muchas velas”, un altar en el que, según un cronista de la época: “debían colocar la estatua de la Reina de la casa”. Aquella Reina de la casa era la que ahora denominamos “la Buena Madre”. Y ella salvó la unidad de la Congregación. Hoy se puede considerar a la Buena Madre como “la Virgen de los Maristas”.


Alegoría sobre la Enseñanza a los Maristas

LA VIRGEN DEL CORAZÓN DE PLATA O NUESTRA SEÑORA DEL HERMITAGE: La imagen de Nuestra Señora del Hermitage o Virgen del Corazón de Plata se presenta en el contexto de una conocida escena de la vida de San Marcelino Champagnat: el “Acordaos” en la nieve. Este incidente sucedió a principios del año 1823 y fue interpretado por Marcelino y sus hermanos como una señal muy significativa. Marcelino y el H. Estanislao se perdieron en una tormenta de nieve. Volvían de visitar a un hermano enfermo a quien habían ido a asistir a pesar de la crudeza del tiempo. Se les echó la noche encima y arreció la tormenta con una fuerte nevada. Con su compañero inconsciente a sus pies, Marcelino pensó: si María no viene en nuestra ayuda, estamos perdidos. Puso entonces su vida en manos de Dios y rezó el “Acordaos”, una antigua oración dedicada a la Virgen. Su plegaria fue milagrosamente escuchada. En medio de aquella tormenta y en plena noche, Champagnat pudo divisar una luz. Era una lámpara que un habitante de aquel bosque prendió en su casa. Marcelino y sus primeros hermanos vieron en este suceso la manifestación de una realidad más profunda: la elección de Dios para compartir la misión de María."


Tormenta que sufrió San Marcelino de Champagnat





Y como conclusión y a modo de acotación se expone la Última Fase del Trono...

ÁNGELES, ARCÁNGELES Y QUERUBINES.
Y la tercera y última fase se trata de las imágenes de los cuatro Ángeles, los dos Arcángeles y las ocho cabecitas de querubines todas ellas repartidas por el cajillo del trono.

 Ángeles del Trono de la Señora de la Caridad


Arcángeles situados en el frontal del trono realizado en madera de cedro, dorado, estofado al temple y policromados. Ángeles tallados en madera de cedro con distintas expresiones.

Uno de los Arcángeles situados en el Frontal del Trono

Un Arcángel

Las cabezas de Querubines también se encuentran tallados en madera de cedro, policromados y las alas doradas y estofadas al igual que los ángeles todos ellos con distintas expresiones.




Esta fue la fase final de todo el largo proceso de la imaginería del trono de la Virgen de la Caridad y se pudo apreciar por completo en su totalidad en la Semana Santa del año 2009.